El Libro de los Adioses






Ya es otoño. Viendo el sol ponerse, reflejando la luz sobre el roble y el pino del fondo del jardín me doy cuenta que cada tarde el sol dice adiós. Un "hasta luego" para regresar la mañana siguiente, tal vez tras un nublado, tal vez en toda su gloria. Pero por lo pronto dice adiós.

Los humanos no estamos acostumbrados a decir adiós. O es motivo de tristeza o de furia -la negra cara del duelo- pero, por lo general, no sabemos reconocer que algo ha terminado y que hay que empezar a despedirse. Al fin y al cabo, un dia vamos a hacerlo en nuestra vida. Igual que el sol de cada tarde. Todo es, al fin, un estarnos yendo. Seres permanentemente en ruta hacia otra parte.

Si esto se ignora corremos el riego de vivir la vida perdiendo el tiempo como si no fuera gran cosa. Si vivimos sabiendo que es un adiós cada momento, no vamos a darnos el lujo de perder un segundo. Cada instante tiene que ser vivido plenamente, porque ya no regresa.

Somos seres transientes, de paso.....no en balde nuestra cobardía necesita un ego que medio la defienda de la idea de que somos poco más que un surco en el mar. Y posesiones....muchas, las más posibles, que le den la idea de arraigo y de seguridad, donde en el fondo del alma algo incomódísimo -y usualmente silenciado- nos recuerda que llegamos sin nada y nos iremos de la misma forma.

Hay personas que orientan todas sus prioridades a sofocar las relaciones con otros seres humanos en aras de atesorar y acumular para un futuro que siempre estará sujeto a un cambio de planes a última hora.

Los que optan por escribir la página diaria del Libro de los Adioses viven a tope disfrutando vorazmente cada instante. El aire que se respira, el sabor de algo sabroso, los colores del cielo, el sonido de una voz.....la lista de cosas disfrutables es interminable. Hay quién necesita el diagnóstico de una enfermedad terminal para empezar a darse cuenta.

No es un post pesimista. Es una invitación a vivir en presente.....al fin y al cabo es el único tiempo con el que realmente contamos.

El futuro es incierto, el pasado ya no existe y el presente es eso: un "regalo".

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